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lunedì 17 novembre 2014

Una mirada al TC - di Rafael Romero


Salvo la presencia de Óscar Urviola Hani, el Tribunal Constitucional (TC) tiene en el presente año una nueva composición de magistrados, y todos ellos con el enorme reto de devolverle la confianza al ciudadano en el servicio público que prestan en defensa del Estado de derecho, la seguridad jurídica y la moral pública a partir de la recta defensa de la Constitución Política del país, todo lo cual queda materializado en sus sentencias y resoluciones.
Con sinceridad hay que reconocer que en los últimos seis años, por lo menos, no han sido muy buenas las noticias en torno al TC y a sus magistrados. También hay que aceptar que la prensa y el ciudadano peruano son muy críticos respecto de todas sus instituciones poniendo de manifiesto una fiscalización generalmente dura y descarnada. En medio de esa costumbre nacional, nada proclive en separar la paja del heno, creo que es tiempo de no escatimarle méritos a quien se los merece, en este caso a una persona que hasta hace poco fue magistrado del TC: Fernando Calle Hayén.
Acaso puedo pecar de parcializado pues conozco al doctor Calle y a su familia hace dos décadas, y considero injusto que a ratos se generalice la crítica contra el TC metiendo en el mismo saco a todos los extribunos; y pienso, modestamente, que ese tipo de mezquindad debe terminar. En ese sentido, hasta donde la mirada desde el exterior al recinto del TC nos lo permite, en todo este tiempo Fernando Calle no ha sido motivo de señalamientos ni cuestionamiento a su ética y deontología. Ya eso dice mucho pues no todos en el país están podridos y hay esperanza de seguir encontrando peruanos que no se enriquezcan a partir de los altos cargos públicos que ejercen.
En virtud de esa buena noticia, que nos refiere que no todos se contaminan, formulo votos para que el presidente del TC, Óscar Urviola, presente pronto un informe serio con relación a la investigación practicada a partir de la denuncia de un colaborador eficaz y del Ministerio Público dirigida concretamente a dos de sus exmagistrados, a quienes se les sindica de haber recibido US$ 80,000 cada uno para favorecer el hoy exalcalde de Chiclayo, Roberto Torres. Situación que nos apena a todos y ojalá, respetando el debido proceso, se llegue a la verdad.
Pero si algo compensa esa vergüenza ajena es saber que personas como Fernando Calle, que las hay muchas en el anonimato, todavía existen en el ámbito de la vida pública y privada, y con ellos se puede reconstruir la moral de nuestra nación.

fonte:  http://www.expreso.com.pe/blog/mas-alla-de-la-noticia-196



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